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El espejo y Gisselle

S e peina frente al espejo. Se peina y canta mientras su voz se desliza desde su tono más alto hasta rebotar y crear un eco suave: sus cabellos se estiran, se erizan, se estiran como un bandoneón mientras ella se canta y se peina. Se mira en el espejo, sonríe y se saluda. Sigue cantando: “No es así, es un milagro no es así, es un secreto no es así, es solo ciencia no es así, es un milagro…” Se pregunta por qué, si la imagen del espejo está invertida, el sonido de esa canción no se escucha al revés ya que al cantar se mira a los ojos. “Nunca me miro en el espejo” pensó, pero alguien le contestó “mirate más porque te extraño”. Se da vuelta y busca en toda la habitación el origen de la voz pero todo está en su lugar, y nadie se puede esconder en ningún lado. Todo está en calma, una calma vacía. Duda. Vuelve a mirarse a los ojos. Mueve la cabeza hacía la derecha, y ve en el vidrio que el movimiento se produce hacía la izquierda. -          ¿Quién sos? – Le preguntó Gisselle con mi

Jorge Bolani apoya la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual

El poeta maldito

                                                                              “Urgido por la fatalidad de hacer algo, de poblar de algún modo  el tiempo, quise recordar, en mi sombra, todo lo que sabía”   Jorge Luis Borges en “La escritura del Dios” ( El Aleph ) Internado escribiendo poemas, Luca desistió de enamorarse. Aquello de revelarse, le provocaba una angustia mayor. La bufanda le ahorcó el cuello de metáforas. Las venas se le abrieron de un tajo de anáforas. Luca tenía entonces veinte años. Había malgastado los primeros años de su vida llorando y escupiendo puré de zapallo, bebiendo del seno de su madre.