Esta es una historia donde ambos mundos, los de la vida y la muerte se unen en un mismo sujeto, un poeta que narra las sensaciones de las almas mientras esperan el descanso definitivo. Los muertos celebran su cumpleaños llorando. Miran desde el más allá a sus esposas desnudas encima de otro hombre. Notan a sus hijos riéndose en fiestas musicales sin acordarse de ellos, a sus esposos regalándole las flores que nunca les regalaron a ellas. Salvo -claro está-, cuando se dignaron a poner una rosas rojas en la tumba. Los muertos ven desde el más allá cómo sus cadáveres son mordidos por gusanitos. Orinados por ratas. Violados por marmotas. Los muertos se miran en el espejo y descubren que por la comisura de sus labios se dibuja una sonrisa con dientes con lengua desgarrada con hematomas violeta.
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