Por Matías Rótulo (publicado el año pasado con motivo de la visita de Paul a Montevideo, publicado en este blog originalmente en 2013)
Todos están contando su historia de acercamiento
con Paul; la pedicura, la camarera, el cocinero, los niños que se subieron al
escenario, los periodistas que lo entrevistaron.
A mí me ocurrió algo asombroso.
El sábado yo estaba algo cansado. Un poco triste
porque no sabía si me iban a dar la acreditación para el show. "Matías,
está medio complicado para acreditarte" me comentó la encargada de prensa.
Llamé a mi hermana y mencionó que su hija Lucía bailaba al ritmo de Paul. Pensé
"a mí de chico me ocurría lo mismo" y me contó que su sueño era que
su hija cantara con Paul una canción. Fue así que me quedé pensando y llegó el
domingo. Fui a la feria de Tristán Narvaja y como una señal, vi un poster de
Paul al lado del libro "Las puertas de la Misericordia" en un puesto
de venta de libros. Mi hermana me había dicho que ese domingo concurriría a la
Catedral de Montevideo y previa comida de chorizo al pan en un carro de
Mercedes y Yí, seguí mi rumbo.
En el camino pasó un taxi y sonaba desde adentro la
música de Paul.
Me pregunté ¿Dónde estará Paul, un domingo de
mañana en Montevideo?
Mi hermana, en la Catedral me empezó a mandar
mensajes que no llegaban. Me acordé de las figuras ciegas en la Iglesia de
Ensayo sobre la Ceguera. Tal vez una fuerza misteriosa estaba impidiendo que mi
hermana me advirtiera. Entonces aceleré mi paso. Agarré 18 y llegué a
Ciudadela. Ahí, un par de borrachos me pidieron una moneda y me preguntaron si
iba a ver a Paul. "¿Vas a ver a Paul?" ¿Por qué me preguntarían eso
los borrachos notando que yo estaba apurado rumbo a la Catedral?
Empecé a correr y mi hermana me llamó por teléfono
pero justo ahí fue cuando se me cayó al piso y se me abrió la batería. Me
desesperé. Seguí corriendo, crucé la Plaza Matriz, y sonaron las campanas de la
Iglesia. En la puerta había una cantidad de autos.
Negros, hombres grandotes parados ahí, como
custodiando algo muy importante.
Mi hermana me volvió a llamar y me dijo,
"entrá ya a la Iglesia". Me metí desesperado, miré alrededor, y allá
lo vi, arrodillado frente a Jesús.
Entonces me acerqué y
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Matías Rótulo.