Ir al contenido principal

Entradas

Los locos desalmados de La Teja

Una historia verídica, de un barrio de Montevideo, con sus personajes rondando la refinería de ANCAP, cuando la noche cuenta su historia íntima. En La Teja se escuchan historias de locos cantándole a la luna.  Por Matías Rótulo  Si de noche se escuchan gritos ahogados cerca de la Ancap en La Teja, es que alguien se acaba de desnudar en plena ruta, con cuatro grados a la sombra de las estrellas, esquivando autos todos iguales, que van y vienen del Cerro al Centro. No se sacan la ropa, simplemente gritan frases de Píndaro, ya que Horacio se las sabe de memoria. Me contaron el martes la historia de los tristes poetas desalmados que recogen puchos en La Teja. Es difícil de comprobar la existencia de estos hombres y mujeres que deambulan en la noche y que ven algunos vagabundos laburantes que vuelven a casa muy tarde. Se trata de abandonados requecheros que a veces entonan al Gardel más atolondrado, ese que no se sabe bien la letra de “Mi Buenos Aires querido”. Los poetas desalmado

La educación no se aprende en la casa

El inmoral pero telectual uruguayo (porque ya no existe el moral e intelectual) desprende máximas surgidas del discurso televisivo. Por eso, en esta reflexión usan algunas máximas de la televisión para justificar lo dicho.   Por Matías Rótulo  El telectual e inmoral  no escucha a los expertos en algo, no cree en ellos, los desprecia (porque son o somos despreciables, los docentes y periodistas somos los peores). Elige escuchar al hombre o mujer, a los inmorales pero telectuales comunes que son entrevistados en el informativo de la noche. Su discurso no es que no tenga valor por ser de "alguien común". El problema es que el común de esos discursos pierde valor cuando nadie los discute. Si no se discute, el valor es nulo, quedando como una máxima. Pero a la televisión casi no le interesa discutir, sino repetir, porque en la repetición se construye un inmoral pero telectual uruguayo de una manera más efectiva y compradora.  Últimamente, los padres de mis alumno

Moscas en el Cementerio de La Teja

Las moscas del Cementerio de La Teja zumban sin saberlo, haciendo el sonido silencioso del recuerdo que alguien intenta establecer su historia y la de aquel con su nombre escrito en el mármol.  Por Matías Rótulo Las moscas del Cementerio no son tan llamativas como las mariposas que les compiten el espacio de vuelo de aquellos lugares. Igual, una cosa es una mariposa del Parque Rodó en Octubre, y otra cosa es una mariposa en octubre en el Cementerio de la Teja. La primera esconde la alegría de una ciudad que anhela la vida del verano. La otra es como si alguien se hubiera adueñado de la vida del bichito, reencarnándose en él y espiando quién lo llora. En los cementerios hay también literatura, además de letras que indican lugares de depósito, señales de tránsito y hasta avisos publicitarios (de cuidado con el Dengue, de funerarias, etc.). Hay pintadas en las paredes dentro y fuera. Afuera se debate política y fútbol, adentro también: dos cuestiones de la vida. En más

Fuji: sin significado pero con significantes

En Apuntes spinetteanos nos centramos en  la canción "Fuji" de Luis Alberto Spinetta, una obra enigmática y de gran riqueza musical y poética.  Por Matías Rótulo El público en el set de MTV escucha a Spinetta hablar: “Este tema se lo dedico a mi hija más pequeña… espero que pasen los apluasos así cuando me vea me escucha bien. A mi hija más pequeña Vera Spinetta que es de quién sigo esa luz infinita, sigo en sus ojos esa luz… y bueno, y… te encargo si me llegara la factura”. Entonces suenan los aplausos de nuevo y comienza la melodía. Luis Alberto Spinetta se detiene y afina una cuerda. Entonces vuelve a retomar desde el principio y canta: “Has dejado noches, noches del adiós. La certeza de tus ojos cree que me voy...” El pico más alto de Japón, una música de Nigeria, la marca de una cámara de fotos, el nombre de un barco, una canción de Spinetta... todo eso podría ser el objeto poético que le da título a la canción "Fuji". Per

Una historia en dos décadas

Un cuento que se escribe en dos momentos de la vida del autor. PARTE I. Escrito en 1999 La chica más linda de mi barrio se llama M. No es la más linda, simplemente tiene la sonrisa más clara del Buceo. Ayer la vi llorando. Iba caminando rápido entre las gotas de lluvia que se mojaban con sus lágrimas. Transparentes ambas, las gotas de lluvia no giran en la cara de la gente. Las lágrimas hacen su recorrido escalera abajo hasta lanzarse al vacío desde el mentón al suelo. Ella, M. iba volcando lágrimas, hiriendo en cada paso el piso que la veía pasar desde abajo. Yo me puse un poco celoso del piso hace un tiempo, porque él la espía por debajo de la pollera. Pero ayer de tarde no pensé en eso. Me parecía hasta sucio imaginarla desnuda, siendo que la podía escuchar y verla gritándose para adentro algo que todos evitábamos escuchar. Lloraba por alguien, tal como supe después.  M. dobló la esquina de Bustamante, y pasó a mi lado como el viento que trajo aquella lluvia. No er