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Mostrando entradas de febrero, 2020

Primero el gol, después el dolor

Vaz Ferreira escribió Moral para intelectuales  una obra filosófica pero también una declaración de principios. Hoy, ya no hay ni moralidad ni intelectuales. Todo ha cambiado desde Vaz Ferreira y eso se vio el día que hubo un muerto en Salto.  Por Matías Rótulo Un típico inmoral telectual uruguayo es el hincha de fútbol. Su pasión va más allá de cualquier intento lógico por analizar algo lógicamente. Ojo, el inmoral telectual futbolero a veces es contradictorio. Intenta, mediante estadísticas científicas, descubrir si tal o cual equipo ganará el partido del domingo. Entonces, evalúa las estadísticas desde el año 1865 a la fecha. Después se llena la boca hablando de la pasión, la sin razón del sentimiento. Cuando alguien intenta analizar dicha pasión, es tratado como loco, como enfermo, como alguien falto de corazón.  Pero no es sobre la falsa ciencia utilizada para la falsa pasión que termina siendo un negocio real de lo que hablo. Me refiero a la no concientiz

Salteos

Si saltaran a la calle, desnudas a la calle, las maniquíes en la calle. Si saltaran de los edificios las cornisas. Si saltaran de alegría los suicidas. Si soltaran palomas los gatos Si saltaran a mi cama esas dos chicas, yo me quedo aquí quietito, mirando el cielo… rancio. Si saltara del clavo el portarretrato de ese tipo que cuelga en la foto pero no conozco, pero extraño. Si salta en mi memoria que esa foto es mi cara, pero extraño. Si mi padre tuviera mi rostro, el muerto sería otro. Si saltara mi padre del barco, el muerto hubiera sido antes. Si saltaran Los Beatles de uka chaka Si saltaran del podio las amas de casa Si asaltara mi mente tu cerrajero Si saltaran del bus los egoístas Si se quedara sentada la más joven de las abuelas Si hubo salto en Salto, naranjales y limoneros. Yo me quedaría aquí escribiendo… Si salta cuando habla, Si te salta algo en la memoria Si saltaste al recordarla, Si ella salta cuando baila

Mi corazón Kamikaze

Soledad me contó una historia de amor de su otro yo, y yo lo trasladé en un cuento sin sentido, más que el de la confesión de la espera. Hay una ciudad que se esfuerza por ser pequeña. Los autos nadan entre la espesa humareda palpitante de un corazón ahuyentado.  Es mi corazón expulsado.  Mi corazón Kamikaze que se vuelca a decirle por fin al oído lo que no sé si quiere escuchar. Porque a veces es mejor no escuchar para no saber. Porque saber nos permite tomar decisiones. Una decisión puede ser la de un beso, la de escaparnos juntos, dejar todo… como si fuera tan fácil. Mis piernas temblorosas me recuerdan que vuelo. Las rodillas fracturadas. La boca seca, bien seca de un sabor a menta que me avisa de tus ojos frescos. Este es un cuento sobre ella y sobre mí. Es este cuento, un cuento escrito en un avión, una noche en la que la hora cambia de acuerdo a los destinos. Me parece que cruzamos Asunción y su viento nos sacude los tobillos y las alas.En Asunción se me ocurre la

El Pinta

Luego de manipular las letras, comenzó con los números. Era el pintor de letras más famoso del pueblo.  Cada comercio, cada cartel de la principal avenida, pequeña por cierto pero principal al fin había pasado por el pincel y el pincel había sido sostenido por las manos de Enrique, más conocido como El Pinta. Todos los pasacalles, carteles políticos, fúnebres, timberos, deportivos, declaraciones de amor, de arrepentimiento de tentación, de dolor tenían Enrique, El Pinta.  Una letra curva y siempre de colores básicos. Las emes mayúsculas las hacía con delicada curvita y las erre con una pancita deliciosa. Las a herían con sus puntas y las eles parecían patearle el trasero a alguien. El Pinta siempre recordaba el inicio de su oficio: “Yo tenía quince años cuando descubrí la carta de mi  madre sobre la mesa”. La historia es bien conocida: la carta de la madre en la mesa de la cocina, el silencio de lugar, y la madre en silencio, junto a la mesa de la cocina donde había dejado

La ventaja de los ahorcados

Los ahorcados son la decoración del mundo. En los cielos, invisibles, goteando sangre de la punta del pies, los ahorcados se mueven al ritmo del viento.  Desde abajo les miramos los huecos de los ojos, picoteados por aves que se chocan contra ellos en el vuelo crepuscular.  Si Jesús hubiera sido ahorcado, en cada Iglesia habría una cuerda para besar. Porque los ahorcados son distintos a los ahogados, a los degollados. Los ahorcados tienen la ventaja de la altura, mientras los ahogados se hunden y los degollados dejan salir de su garganta un poco de espesa sangre.  Los estrangulados pierden la libertad momentos antes de morir. Pero los ahorcados tienen panorama, miran por encima. Vuelan un poco antes de conocer el punto final de su salto al vacío.  Balal se perdió esa oportunidad cuando la madre de  Abdollah llegó minutos antes de su ejecución pública. Llegó para perdonarlo. Esa noticia fue motivo de debate en todo Irán. "¿Cómo lo va a perdonar?" "Balal mató

Profesores de literatura enseñando a batir huevos

¿Qué evaluamos los profesores de literatura cuando estamos en una mesa de examen?  Por Matías Rótulo A un estudiante de repostería se le enseña a hacer el merengue batiendo los huevos de dos formas: a mano y con batidora. El profesor evalúa cómo queda la mezcla, la textura y el sabor. El estudiante se va contento de la clase, y llama a su madre para contarle del exitoso y dulce preparado.  En la otra clase, el profesor le enseña a hacer la mezcla para una torta. En el horno, la torta no sube y le queda dura. El profesor penaliza al estudiante con una calificación insuficiente. En la clase siguiente, el profesor les enseña a sus estudiantes cómo cortar frutas para realizar distintos preparados dulces. La evaluación es que deben lograr cortes ideales de acuerdo al postre. Pero el estudiante encuentra otro fracaso. Así van pasando las clases, y salvo algún magro éxito remoto, el estudiante se ve condenado a rendir un examen final por no aprobar el año lectivo. El

Cuando llega alguien a iluminar tu casa

Una canción de Spinetta para escuchar en el momento preciso que aparece alguien para iluminar la casa. Lo dantesco de la esperanza se traduce en un imperativo "serás feliz". En Apuntes Spinetteanos analizamos "vas a iluminar la casa".  Texto Matías Rótulo Ilustración:  Gabi Rubi  En abril de 2015 nació mi hijo y una de esas noches de exploración musical con un niño de pocos meses que ya estaba acostumbrado a dormirse con música como la de Spinetta, apareció "Vas a iluminar la casa" en el ambiente sonoro. Entonces pensé en esas llegadas cruciales: un niño, o la persona amada o la amistad naciente.  No sé si llegan todos los días esas personas a nuestras vidas, pero llegan. Llega alguien a iluminar nuestra casa. Esa casa es el espacio que habitamos, no solamente el hogar, también el cuerpo o el espíritu.  Vas a iluminar la casa, del disco Bajo Belgrano (Spinetta Jade, 1983)  no es una canción de amor, es una canción cuyo tema e

Madres, padres, soldados e inocentes

El soldado miró a su víctima a los ojos, aunque la víctima, sin saber que lo iba a ser dentro de poco, los mantenía tranquilamente cerrados. Una mujer lloraba, allá en el rincón, apuntada con un hacha por el otro soldado. El esposo de la mujer seguía rogándole a otro soldado, afuera de la choza, que no cumpliera con la orden del rey. El soldado, uno de los más fieles al rey lo miró sin odio, pero fijamente. "Os voy a dejar entrar", le prometió, aunque no lo hizo. En el fondo de su alma, el soldado disfrutó del dolor del otro, de sus esperanzas, de su mentira. De la esperanza, ya no de la salvación, pero sí del estar de cuerpo presente, cuando el cuerpo sangre. El padre supo de la mentira, supo que el hijo del vientre de su esposa, la carne de su carne, era un inocente. Miró al cielo y pensó "eternamente seremos culpables". Afuera de la choza, otros gritos y murmullos se repetían. Entraba a aquella, la casita donde estaban los dos soldados, la madre y

Voto cantado

Hoy son las elecciones. Como buen empleado público debo cumplir con mi deber de asistir en una de las mesas de votación.  Para la estudiante de politología, que nos estudia. Me asignaron el circuito 46 de la Escuela 120 “ Manuel Belgrano” . Una pequeña escuela de dos pisos que está cerca del límite entre Parque Batlle y Buceo, más en este último que en el primero. Para evitar líos de nomenclatura y pertenencia se optó por decir que la Escuela 120 está en el barrio Belgrano. Pensar que en Buenos Aires, Belgrano es toda una gran localidad, un barrio enorme del cual hablan en la tele y acá, en Montevideo, son unas poquitas cuadras entre un gran barrio y otro. Creo que mis compañeros de mesa no tienen mucha voluntad de estar acá. La gorda que trajo los bizcochos dormita entre votante y votante. El presidente de mesa me mira con algo de recelo. Creo que es profesor. Tiene barba de profesor, cara de profesor, voz de profesor, manos de profesor. La gorda me mira y se sonr